En este artículo vamos a hablar sobre la manera de relacionarnos con las emociones, desde la perspectiva del Mindfulness o la atención plena.
Normalmente cuando nos enfrentamos a una situación difícil, automáticamente intentamos evitarla o huir de ella, lo que supone que nos perdemos una parte importante de nuestro mundo emocional. Es así que deseamos los sentimientos agradables y los evaluamos como correctos, e intentamos evitar los desagradables evaluándolos de incorrectos. Y si no podemos evitar estos últimos, nos embarcamos en una lucha sin fin para conseguir que cambien y se vuelvan correctos. Fácilmente, olvidamos que no podemos evitar que ambos surjan y, que es inútil calificarlos de correctos o incorrectos: simplemente “son”.
A medida que aprendemos a darle espacio a las emociones, éstas se vuelven más vivas y es más fácil dejar de perdernos en ellas. Al principio, esto nos puede “agobiar” hasta que encontramos un punto medio en el que podemos reconocerlas: cómo se reflejan en el cuerpo, los pensamientos relacionadas con ellas y la relación que guardan con nuestro pasado.
Mindfulness o atención plena es ser consciente de lo que está sucediendo en el momento presente. Se trata de dejar a un lado la tentación de juzgar cualquier emoción que surja, manteniéndonos en el equilibrio entre rechazarlas o dejarnos arrastrar por ellas. Se trata de tener el coraje de experimentar totalmente nuestros sentimientos y emociones, sin reaccionar ni suprimirlos.
Simón (2011), experto en el área de las técnicas de Mindfulness, ha propuesto un conjunto de siete pasos, cuyos componentes pueden ser alterables en su orden o aparición, que pueden servir como guía en el afrontamiento de emociones difíciles de gestionar ya sea por su intensidad o por su profundidad:
1. Parar
Dejar de hacer aquello que se tiene entre manos (una acción, una conversación, etc.), interrumpiendo la reacción emocional instintiva perturbadora que se ha derivado de un acontecimiento en concreto.
2. Respirar profundamente
Realizando 5 respiraciones desde el diafragma, respetando el ciclo 5-8 (5 segundos de inspiración y 8 de expiración).
3. Tomar conciencia de la emoción y de los cambios corporales
Se trata de identificar qué emociones se están produciendo y los pensamientos que acompañan a la emoción, así como si vienen acompañados de una intención conductual (una respuesta comportamental).
4. Aceptar la experiencia
A partir de la vivencia activa y consciente de la emoción, se suceden una serie de fases de aversión, curiosidad, tolerancia, permiso y amistad hacia la emoción en cuestión.
5. Autocompasión
Consiste en darse afecto y cariño a uno mismo, en lugar de emitir juicios de culpabilidad o rabia, por ejemplo, al haber sentido dicha emoción perturbadora.
6. Soltar
Este paso implica diferenciar la emoción del “Yo”, la desidentificación, para dejar ir dicho sentimiento.
7. Decidir actuar o no actuar
Hacer esto en función delas circunstancias de la situación, valorando los beneficios e inconvenientes de emitir una respuesta en ese momento.
Con la práctica de Mindfulness, descubrimos que cuando nos detenemos, aceptamos nuestras emociones; y soltamos nuestra resistencia ante ellas, generamos un espacio que nos da la libertad de elegir la respuesta y las acciones apropiadas. Es entonces cuando nos damos cuenta que las emociones son pasajeras, vienen y van en nuestra vida cotidiana, es decir, son temporales y cambian.
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